Los del Supremo leyeron El País del domingo

El pasado domingo Polanco presentaba a De Juana, ese muchacho, como una víctima de una mujer fatal. Porque antes de que apareciese por su vida una misteriosa Helena, él era muy bueno. Un asesino en serie sí, pero con rostro humano. Ni una palabra de los 25 asesinados. Propaganda del terror. De lo más repugnante que se ha escrito últimamente.

Ayer unos magistrados garantistas (con los derechos de los criminales, no con los de las víctimas) decidieron que las amenazas de muerte proferidas por un terrorista en un periódico terrorista a un magistrado de la Audiencia Nacional y a seis funcionarios de prisiones no son amenazas terroristas. La pena de prisión de De Juana queda reducida de doce años a tres. Orwell en el Supremo. La guerra es la paz, la esclavitud es la libertad, la mentira es la verdad, las amenazas terroristas no son amenazas terroristas.

La Fiscalía pidió en un primer momento 94 años, luego 12 y ahora 3. Es el Derecho a la carta. Pero si es verdad que con la Ley en la mano se puede justificar cualquier cosa, ¿por qué estos tíos del Supremo, politizados hasta la náusea, en lugar de servir a las víctimas han servido al terrorista? También pasaron por una Facultad de Derecho los magistrados de la Audiencia Nacional que hace unos días consideraron ajustada la pena impuesta al carnicero sanguinario, ¿no?

De Juana queda ahora en manos de Instituciones Penitenciarias, es decir, del Gobierno. En unos meses, en libertad. Habrá estado en la cárcel un puñado de meses por cada persona que ha asesinado. Hoy es un gran día para mucha gente que ha hecho suya la causa de este asesino en serie. Con la cantidad de injusticias que hay en el mundo ellos se fijaron en De Juana. El del rostro humano.