Un club fascista

Tras el partido que el pasado domingo el Barcelona jugó en Santander, una periodista de Cataluña Radio le realizó a Eto'o una pregunta en catalán. El camerunés le dijo que se la hiciera en español. Y a partir de ahí lo de siempre. Artur Mas le exigió a Eto'o que pidiera perdón, Beguiristáin le solicitó que no volviera a actuar de esa menara, que el catalán es el idioma del Barça y de Cataluña...

Al día siguiente, Samuel Eto'o, ese león de fortísimo carácter, ese jugador que amenaza con dejar plantados a compañeros, rivales y espectadores si escucha en un estadio un grito racista, ese futbolista de tremenda personalidad que es capaz de irse a su casa y no celebrar con la afición un título si el entrenador le sustituye en el descanso, ese fiero profesional que se atrevió a repetir siete veces "Madrid, cabrón, saluda al campeón", acudió a un programa de TV3 a disculparse por haber pedido a una entrevistadora que le preguntara en español. Él ama el catalán y semejante ofensa no se volverá a repetir. Además reveló que Laporta, el presidente que reparte pancartas que rezan "Catalonia is not Spain" y que permite que sobre el césped del Camp Nou se reivindique la anexión por parte de Cataluña de Valencia y Baleares, obliga a todos los jugadores a aprender catalán.

El Barcelona es más que un club, es una agrupación política al servicio de una ideología totalitaria. Me siento estafado. Cuando con apenas unos pocos años me empezó a apasionar el fútbol, el baloncesto y el balonmano azulgrana, nadie me advirtió de que detrás de todo eso se escondía un terrible odio a España, nadie me dijo que ser del Barça suponía elegir entre tu equipo o tu nación, nadie me comentó que el Barcelona no era una institución deportiva sino el ejército desarmado del nacionalismo catalán...

Tantas preocupaciones, emociones y alegrías, tantos lloros y sufrimientos, tantos goles y canastas... ¿Mereció la pena?