Lo que Gallardón esconde
Gallardón no es sólo un personaje siniestro (como tuvimos ocasión de comprobar en el post del 31 de agosto titulado "Vellido Dolfos en Génova") odiado por la mayoría de sus votantes. Es eso y mucho más.
Gallardón, el alcalde del 11-M que dice que el peor momento de su vida política fue la noche en la que Madrid perdió los Juegos Olímpicos, el político que al alimón con el Abc pretende destrozar el PP para quedarse con los restos, es el hombre que le permitirá a Polanco cumplir su sueño. La dictadura perfecta.
Con Gallardón al frente del PP, Polanco tendría dos candidatos, el del PSOE y Gallardón. Sería una democracia en la que la soberanía residiría en Polanco, con Prisa, Abc y todas las televisiones de palmeros.
Porque no podemos permitir que eso ocurra, es un deber moral no votar a Gallardón. Que se pegue un batacazo descomunal que le obligue a abandonar la política o a presentarse bajo las siglas del PSOE. Sería incomparablemente más dañino para la Nación un triunfo en la alcaldía de Madrid de Gallardón que una victoria del todavía ignoto candidato socialista.
Hay que conseguir como sea que Gallardón deje de ser una amenaza permanente para el PP y sobre todo para España. Las cartas están boca arriba, todos conocemos su trayectoria y sus abyectas intenciones. Ninguno de los votos que reciba este tío será inocente.
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