Memorable Pepu
Corría el año 1998 de nuestra era cuando un grupo de chavales de diecisiete años empezaron a escribir una de las páginas más brillantes del deporte español. Se proclamaron campeones de Europa en Varna, Bulgaria. Al año siguiente campeones del mundo en Lisboa. Uno de los mejores tesoros que guardo son los ejemplares de la revista Gigantes que magnificaron ambos éxitos. Se veía que esos chicos tenían algo especial.
Esa generación (Calderón, Cabezas, Navarro, Berni, Reyes, Gasol...), que cambió el baloncesto español para siempre, se ha juntado con unos veteranos de lujo como Garbajosa y Jiménez y con prometedores talentos como Sergio Rodríguez, Rudy y Marc Gasol. Y quien siembra vientos recoge títulos.
Pero la clave de esta España ganadora del Mundobasket no es la suma de grandes jugadores sino la manera en que Pepu, ya don José Vicente, los ha sabido mezclar. Es el triunfo del equipo.
Por la ausencia de su estrella y por el cansancio físico y mental tras la batalla contra Argentina, España era teóricamente inferior a una Grecia que venía de ganar el Europeo (recordemos que España el año pasado en esa competición, sin Gasol y con prácticamente el mismo bloque que hoy ha rozado la perfección, perdió contra Israel, Alemania y Francia, quedó cuarta y ofreció una imagen lamentable) y de apabullar a Estados Unidos. Grecia era un coco. Y ahí entró en juego la labor de Pepu. Consiguió que sus jugadores no salieran a la pista acobardados, fue valiente, planteó una defensa colectiva de clínic, emocionante, de muchísima actividad, con Jiménez excelso, llegando a todas las ayudas, con Garbajosa negando líneas de pase, con Marc Gasol imponiendo sus kilos, con una zona 2-3 tras saque de fondo y tiros libres, con una zona de ajustes en algunos momentos, con un dos contra uno permanente a Papadopoulos y a Schortsianitis... y Grecia no descifró el código defensivo de Pepu.
Y se cumplió la máxima de Pepu, el ataque gana partidos, la defensa, campeonatos.
Gracias, Pepu.
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