Un genio en El Morredero
José Miguel Echávarri, el gurú del ciclismo español, siempre prudente, no acostumbra a regalar elogios. Ayer merecía la pena hacer una excepción. Dijo que la actuación de Valverde en El Morredero es propia de un genio. Y no es para menos.
Valverde, Balaverde, en tan sólo 300 metros derrochó más talento que muchos ciclistas, ganadores de grandes vueltas incluidos, en toda su carrera. En El Morredero, qué recuerdos, subí hace siete años ese puerto con mi tío Quique, Valverde fue Merckx unos segundos, recordó a ese aficionado que sale a dar un paseo en bici una tarde de verano con otros aficionados menos entrenados y se exhibe constantemente, va y vuelve, abusa de desarrollo, mientras los demás, fatigados, agonizan asombrados ante una muestra de poderío tan insultante.
Valverde es el corredor sin límetes, capaz de ganar en primavera las clásicas belgas, en Courchevel a Armstrong, etapas de montaña en la Vuelta y medallas en los mundiales. Sólo le falta una victoria en una contrarreloj importante. Y hablamos así de un ciclista que todavía no ha ganado ninguna carrera de tres semanas. Pero ganadores hay muchos, casi todos ellos olvidados, en cambio son pocos los que dejan momentos para el recuerdo. Los últimos 300 metros de Valverde en El Morredero es uno de esos momentos. Una impactante combinación de clase y fuerza.
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