Alcorsella
Francia claudicó ante los inmigrantes delincuentes. Permitió que en los suburbios de muchas de sus ciudades el Estado desapareciera. Marsella es el ejemplo más claro, en algunos barrios la policía ni siquiera entra. La consecuencia ya la sabemos: los malhechores se han apoderado de la calle, donde rige la ley del crimen gansteril. Los más afectados por esta nefasta política son los ciudadanos franceses con menos recursos y los inmigrantes decentes. En los barrios obreros se produce un trasvase de votos del socialismo a la extrema derecha. Mucha gente piensa que el actual sistema es incapaz de garantizar la vida y la hacienda de las personas. Ven en el discurso xenófobo de Le Pen la única manera de salir de esta crisis institucional.
En España vamos por el mismo camino. Bandas organizadas de inmigrantes han tomado parques y canchas deportivas, los españoles tienen que pagarles para poder utilizar esas instalaciones. Agresiones, robos, vandalismo. Impunidad, inseguridad, miedo. Los pandilleros son los amos del barrio. Muchos de ellos son menores a los que nada se les puede hacer.
Odia el delito, compadece al delincuente. Siniestra máxima de la izquierda. Los criminales no son responsables de sus actos sino víctimas del sistema. La pobreza es un caldo de cultivo que hace que florezcan comportamientos socialmente desviados. Hay que crear mecanismos de diálogo entre culturas y respetar las peculiaridades... Palabrería hueca, odiosa jerga progresista que desprecia a los buenos inmigrantes que son tan pobres como los malos pero al contrario que éstos se dedican exclusivamente a trabajar y no delinquen nunca.
La única solución pasa por cumplir la ley, aumentar la presión policial sobre los facinerosos y deportar a los inmigrantes delincuentes.
4 Comments:
Estos actos gravísimos (aunque no lo parece para la delegación del Gobierno ni para el ayuntamiento de Alcorcón), consecuencia de la marginalidad de los inmigrantes que no se han integrado y del malestar social que se crea en la sociedad, se deben, en mi opinión, a varios hechos: la llegada masiva de inmigración sin control alguno ("papeles para todos"),la Ley del Menor y la reforma del Código Penal, por no hablar de la falta de autoridad en la Escuela.
Hay algunas personas a quienes se les llena la boca hablando de la "integración de los inmigrantes" y de los "papeles para todos", pero que luego no sufren a diario el problema. Son lo típicos "progres de salón" (la gauche divine) cuyo único contacto con los inmigrantes es el que tienen con aquellos que les hacen la limpieza de su casa o les cuidan el jardín.
Muy bien escrito.
El trasvase de votos a la extrema derecha, de producirse, estaría más en las filas tradicionalmente socialistas. El totalitarismo es lo que tiene, que sus distintas variantes se parecen demasiado. "El País" hablando de racismo... Jua, jua...
Un abrazo
El problema es que mucho hablar de multiculturalismo y alianzas y, realmente, los que hablan de ésto no entienden que aceptar la multiculturalidad es aceptar que existen diferencias que, en ocasiones, son incompatibles. Y todavía se empeñan en hacer tabla rasa.
El multiculturalismo se ha demostrado que es del todo incompatible con la legalidad y, por ende, la lógica. En los lugares donde se ha tratado de aplicar al final ha fomentado la creación de guetos. Es absurdo que se pueda convivir con la aplicación de distintas legislaciones en función de la cultura o etnia a la que se pertenezca. El multiculturalismo nos obligaría a tener que respetar que ciertas comunidades practicasen la ablación del clítoris a sus niñas ya que forma parte de su cultura de determinados pueblos. En Europa deberíamos hacer como en Australia, donde las autoridades dijeron que el que estuviese en Australia debía cumplir la legislación y costumbres australianas. Y el que no las aceptase no tendría otro remedio que marcharse ya que nadie les había invitado a venir. En mi casa se hace lo que yo digo. Se come a la hora que mi familia y yo hemos decidido de mutuo acuerdo y hacemos lo que nos gusta hacer a mi familia y a mí. Si un día tengo un invitado, por cortesía, trataré de adaptarme a sus costumbres. Pero lo haré de vez en cuando, y siempre que a mí me parezca conveniente. Lo que no puede pretender nadie es que yo tenga que tolerar comportamientos que van en contra de mis costumbres simplemente porque tengo que respetar los usos de mi invitado. Es como si yo invito a un conocido a mi casa y aparece en la misma con una serpiente pitón. Como ni a mí ni a mí familia nos gustan, mi invitado no puede sentirse discriminado porque no le deje entrar en mi casa con ese bicho.
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