La edad de oro del deporte español
Mientras España, la octava potencia mundial, la nación más antigua de Europa, padece su decadencia política y moral más atroz, mientras unos pocos centenares de terroristas consiguen que un Estado con millones de funcionarios se rinda ante ellos, brillan en el ámbito deportivo figuras de nivel mundial. En tiempos de crisis, la edad de oro del deporte español.
Pacífico oeste, Melbourne, circuito de Albert Park. Fernando Alonso inicia la busca de un hueco en el olimpo del automovilismo, ese lugar en el que se encuentran Juan Manuel Fangio, Jim Clark, Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet, Ayrton Senna y Michael Schumacher. Este año los ferrari van como un tiro, pero Alonso, el que nunca falla, el que está reinventando la Fórmula 1 al demostrar que es más importante el piloto que el coche (¿dónde está ahora Renault? ¿Dónde estaba la temporada pasada McLaren?), es una apuesta segura. Caballo ganador.
Pacífico este, California, desierto de Indian Wells. Rafa Nadal, en plan máquina, arrolla en el primer masters series. Antes de empezar el torneo ya declaró que se veía con el trofeo, a pesar de la presencia de Federer. Y cuesta creer que el suizo hubiese podido en un enfrentamiento con el Nadal de esta semana, que parecía en trance. Volvió el jugador del físico imponente, que le hace llegar a las bolas imposibles, el del drive poderoso, agresivo, ángulos increíbles, el de la fuerza mental, el que gana los partidos antes de disputarlos. Que se lo pregunten a Andy Roddick, número 3 del mundo...
Costa Azul, Niza, Promenade des Anglais, Paseo de los Ingleses. Alberto Contador se impone en la carrera de una semana más prestigiosa, la que sólo había conseguido antes un español, Miguel Induráin. Contador, el Perico Delgado del siglo XXI, escalador puro, pero también respetable contrarrelojista, el corredor que sobrevivió en 2004 a un cavernoma cerebral que le provocó un ataque epiléptico, casi se traga la lengua, una caída brutal, a plomo contra el asfalto, una intervención quirúrgica que le obligó de nuevo a aprender a andar y una cicatriz que le rodea el cráneo, el que estuvo a punto de morir deportivamente por su vinculación, posteriormente desmentida, con la Operación Puerto, confirmó que es un ganador en potencia del Tour, que sus piernas son pata negra.
6 Comments:
Me gustaría que se comentase el gran partidazo del Realmadrid de basket ante el Unics Kazan. Enormes Sweet Bullock y especialmente Felipe Reyes.
El próximo 10 de abril, jugaremos la gran final en Charleroi.
No lo esperes. Este solo habla de lo que le conviene.
Da la sensación de que el acontecimiento baloncestístico más importante en las próximas semanas será la final four de Atenas...
La cosa esa de la ULEB pasará a un segundo plano ante la magnitud de la F4.
De todos modos habrá que ver la final de esa competición fantasmagórica (ninguna cadena de televisión analógica da los partidos). Ojo con el Lietuvos Rytas: el base Stelmahers, el pívot Nielsen y sobre todo Kareem Rush, ex escolta de los Lakers...
Lo que más le jode al blogger es la posibilidad de tener que felicitarnos a los madridistas.
PD: Sigo esperando que me expliques los conceptos básicos del fútbol.(o furgol según nuestro querido presidente).
Que salgan los toreros, que salgan los toreros...
Por su interés, se reproduce el artículo que firma hoy Julián Ávila en ABC, sobre el "espíritu de Juanito", en el 15º aniversario de su trágico fallecimiento.
"Zinedine Zidane acaba de dibujar una filigrana de genio sobre el césped del Santiago Bernabéu. La grada al unísono se pone en pie para aplaudir el detalle técnico del astro francés que casi acaba en gol. Sin embargo la reacción eufórica de los madridistas se corta de inmediato. El reloj entra en el minuto siete, en el territorio sagrado de uno de los jugadores míticos del Real Madrid.
«¡Illa, illa, illa, Juanito, maravilla!». Como en cada partido, siempre en el mismo tramo, la breve sintonía brota del Fondo Sur, el enclave que ocupan los seguidores más radicales y animosos de la casa blanca -la escena se repitió incluso en el partido que España jugó hace diez días frente a Dinamarca en Chamartín-. Un entrañable homenaje que comparte el resto del campo desde que Juanito perdiese la vida en la carretera hace quince años, cuando regresaba a Mérida después del partido de la Copa de la UEFA entre el Real Madrid y el Torino.
Por el club blanco han desfilado jugadores de renombre internacional y nacional como Kopa, Puskas, Di Stéfano, Netzer, Stielike, Hugo Sánchez, Schuster, Valdano, Mijatovic, Redondo, Ronaldo... o Samitier, Gento, Muñoz, Grosso, Pirri, Amancio, Camacho, Gordillo, Míchel, Butragueño... Todos, en mayor o menor medida, tienen su hueco reservado en la historia dorada. Pero pocos como Juanito se hallan en un primer plano.
Quizá la tragedia le convirtió en un mártir por su defensa y sus convicciones sobre lo que es y lo que significa el club. A lo largo de los años se han ido acuñando expresiones para definir cada segmento de los anales. Ahí están «el Madrid de los yé-yé», la «Quinta del Buitre», los «zidanes y pavones»... Muchos espejos que han servido para distinguir la filosofía del Madrid. Pero por encima de todas estas letanías populistas intrínsecas a la grandiosidad de este club destaca el lema del «espíritu de Juanito».
¿Qué pretenden los aficionados cuando recurren a este lema? Sencillo. Rescatar los valores del Madrid grande y triunfador. El de la casta, la vitalidad, el coraje, el genio, la picardía... Todos los elementos que encajaban y definían el perfil de delantero de Fuengirola. No está muy lejana la muestra. Íker Casillas, que ni siquiera le vio jugar, apeló al «espíritu de Juanito» para afrontar el partido de vuelta de la Copa del Rey en el Bernabéu después de perder con el Zaragoza por 6-1 en la ida. El toque de campana del portero logró el efecto y casi se consigue la proeza.
Juanito pulió su silueta a lo largo de diez años defendiendo la camiseta blanca. Siempre fue un tipo que se dejaba llevar por las emociones y ante el que no se podía permanecer indiferente. O lo amabas, o lo odiabas. En las hemerotecas se pueden encontrar la agresión a un linier en un partido de la UEFA ante el Grasshopers; el pisotón al centrocampista del Bayern Matthaus en la Copa de Europa; o el botellazo que recibió en el «pequeño Maracaná» de Belgrado con la selección española después de ganar a Yugoslavia. Valdano resumió su vida así: «Todo lo malo que ha hecho cabe en treinta segundos».
«Era una persona muy familiar. Un amigo de su amigos. Y si tuvo algún defecto fue que fue malo para sí mismo. Era un jugador muy carismático, entrañable, un vicioso del fútbol. Le gustaba jugar y ganar a todo. Y cuando perdía se malhumoraba. Sufría ataques de cólera ante la derrota, pero se arrepentía enseguida. A pesar de que se crió en el Atlético de Madrid parecía que era un madridista de toda la vida», comenta a ABC Vicente Del Bosque, uno de sus amigos.
Emilio Butragueño heredó el «7» del malagueño y tuvo la fortuna de compartir los últimos años de su carrera en el club: «Si hiciésemos un referéndum en el madridismo su nombre aparecería en una lista de los veinte mejores. Incluso entre los diez primeros. Era un hombre que no dejó indiferente a nadie con un gran corazón. Siempre he dicho que mi ídolo de adolescencia fue Cruyff, pero mi favorito en el Real Madrid era Juanito. Era vital, intenso en cómo se debía vivir o jugar. Dejó un recuerdo fantástico».
Emilio todavía conserva en la retina aquella escena a hombros de Juanito después de marcar un gol al Cádiz. «Teníamos un concepto de fútbol muy parecido. En ese momento sintió que tenía que hacerlo y lo hizo. Y me ruborizó. Decía lo que pensaba y en ocasiones se arrepintió. Era franco, sincero, directo, puro. Era Juanito».
En charlas con otros compañeros como Camacho, Gordillo, García Remón, Santillana, Míchel... el discurso es coincidente con el expresado por Del Bosque o Butragueño. Esa noche del 2 de abril de 1992, Ángel Cano, «el Churro», y Quique Reyes, dos de sus mejores amigos no futbolistas, fueron las últimas personas en ver a Juanito antes de subir al vehículo que debía llevarle hasta Mérida. Le conocían a la perfección porque compartieron muchas tardes y noches de fatigas.
«Era menos golfo de lo que la gente piensa. Se tomaba sus copitas, como lo hacen ahora los jugadores actuales. Nunca podré olvidar ese día», dice Ángel. «Antes del partido Quique, Juanito y yo estuvimos en el pub «Members». Él no bebió nada porque estaba tomando antibióticos. Me echó una bronca porque festejé un gol que le marcaron al Barcelona. Él era muy español y le gustaba que ganasen todos los equipos españoles cuando jugaban en Europa. Luego se fue al partido y después quedamos en un restaurante de la Avenida de Brasil. Nos tomamos un plato de jamón y le dijimos que no se fuese. Que se quedase. Como era muy testarudo dijo que no, que había venido con los jugadores a ver el partido y que no pensaba dejarlos regresar solos. A las seis de la mañana me despertó Quique con la mala noticia».
Hoy se cumple el decimoquinto aniversario de su muerte y «El Churro» no pudo visitar su tumba en Fuengirola hasta hace dos años. «Antes de ese día nunca tuve las fuerzas suficientes para aceptar la realidad. Para mí sigue estando entre nosotros». Ángel y Quique son los responsables de la «Peña Juanito», no registrada, pero con vida autónoma por el propio personaje."
Illa illa illa, Juanito maravilla!
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