Don Alejandro
La Penya, el histórico Club Joventut de Badalona, ganó ayer la Copa del Rey de baloncesto, tras imponerse al Tau Vitoria en una tremenda final.
El Joventut es Ricky Rubio, un crío que parece que lleva toda la vida jugando y que ya tiene el pasaporte para Pekín, y Rudy Fernández, al que comparan, por la manera en que domina los partidos, con Drazen Petrovic. Pero sobre todo es Aíto García Reneses, don Alejandro. El viejo maestro.
En estos tiempos de entrenadores conservadores, medrosos y previsibles, que viven del día a día, del siguiente partido, que buscan la victoria fácil, sin pensar en el futuro, sin crear un proyecto, Aíto es otra cosa. Un tipo extremadamente inteligente, que no grita, que no se vuelve loco. Aíto tiene un plan, siempre a largo plazo. Sus equipos crecen, evolucionan, pero nunca dejan de ser reconocibles. Independientemente de las circunstancias, Aíto aplica su filosofía.
Una filosofía que incluye confiar en la cantera (Dueñas, Navarro, Gasol, Rudy, Ricky... entre los más notables), no importa la edad si hay talento y ganas de mejorar, y en jugadores desechados por otros entrenadores, pero a los que puede recuperar y exprimir unas virtudes no mostradas todavía. Una filosofía que propone un juego rápido y arriesgado, nada especulativo. Un baloncesto muy rico que, por un lado, permite al jugador explotar su creatividad, y por otro, saca provecho de las ventajas del juego colectivo, de los sistemas, de las variantes defensivas.
Aíto es diferente. Ningún entrenador se hubiera atrevido a mantener en una final de Copa una defensa en zona (una 2-3 con las líneas muy arriba) durante todos los minutos de los dos últimos cuartos. Él lo hizo. Y ganó. Como casi siempre.
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