Hamburguesa XXL

Hace unos días los medios de comunicación publicaron una noticia que si no tuviera un preocupante trasfondo sería cómica.

Por lo visto, la ministra de Sanidad, la ridícula Elena Salgado, ha pedido la retirada de un anuncio de Burger King que fomenta la compra de una hamburguesa hipercalórica.

Lo anecdótico es la discusión sobre el perjuicio que la comida basura en cantidades industriales causa a la salud. Lo sustancial es lo que subyace tras este tipo de comportamientos que atentan contra la esfera de libertad personal del contribuyente.

Determinadas cosmovisiones políticas consideran que existen personas legitimadas para interferir en la vida de los ciudadanos, para cambiar comportamientos sociales. Se trata de implantar desde el poder medidas que coartan las libertades personales en aras de imponer una serie de ideales.

Los ungidos saben lo que le conviene al contribuyente. Por eso intentan que una empresa que paga impuestos no anuncie un producto para que no pueda comprarlo otra persona que también paga impuestos. Los ungidos no creen en el mercado, desprecian las decisiones que libremente adoptan los ciudadanos, desconfían de su libertad. Consideran que el intervencionismo soluciona la obesidad, la drogadicción, el alcoholismo, los accidentes de tráfico... Una persona está gorda no porque libremente haya decidido llevar una vida sedentaria y una mala alimentación sino porque la sociedad la ha empujado inevitablemente a esa situación. Y ahí aparecen los ungidos para solucionar los problemas a golpe de obligaciones y prohibiciones. ¡Qué haríamos sin ellos!

La actuación de Elena Salgado es un homenaje póstumo a Milton Friedman, que tan lúcidamente denuncio el "pie invisible" del Estado, ese que liquida permanentemente los impulsos privados de las personas.