Dos películas que hay que ver

No es fácil encontrar en la cartelera películas como GAL o La ciudad perdida. El cine político, como consecuencia del pensamiento único predominante en Hollywood y entre los directores europeos, suele ser cine comprometido... con las peores causas.

La película GAL cuenta la historia del crimen de Estado practicado bajo las órdenes del Gobierno de Felipe González (Míster X, según Garzón). Los GAL comenzaron robando para matar y acabaron matando para robar. Cometieron 23 asesinatos y numerosos secuestros, con torturas incluidas. José Barrionuevo, Ministro de Interior, Rafael Vera, Secretario de Estado de Seguridad, y Ricardo García Damborenea, Secretario del PSOE en Vizcaya, fueron condenados a penas de prisión por secuestro y malversación de caudales públicos. Algunas personas acudieron a la cárcel de Guadalajara a bailar el corro de la patata para pedir la liberación de estos delincuentes.

La ciudad perdida, dirigida por Andy García y con guión de Guillermo Cabrera Infante, aborda la revolución comunista de 1959. Presenta a Fidel Castro y a Ernesto Guevara como asesinos a sangre fría. Desmonta dos mitos, el de una Cuba precastrista que necesitaba una revolución (en la Cuba del dictador Fulgencio Batista predominaba una gran clase media, los trabajadores se podían sindicar, los salarios se encontraban entre los más altos del mundo, la minoría negra estaba perfectamente integrada, el porcentaje de mujeres que accedían a la universidad era mayor que en Estados Unidos...) y el de una revolución de pobres contra ricos (la revolución fue protagonizada por estudiantes, abogados, médicos, arquitectos, burgueses... En cambio, sí eran pobres los campesinos que se rebelaron contra Castro en las montañas de Escambray en 1961).

En la película apreciamos como Cuba, antes de la llegada de los comunistas era uno de los países más ricos de América y recibía numeros inmigrantes. Tras casi medio siglo de socialismo real, Cuba es el país de las doscientas cárceles y los cien mil presos, el segundo más pobre de América, con una quinta parte de la población en el exilio.

Como no podía ser de otra manera, La ciudad perdida ha sido boicoteada en festivales de medio mundo y machacada por la crítica progre, que es casi toda. Otra razón más para ir a verla.