Paracuellos
Hoy se cumplen 70 años del comienzo del peor crimen de la historia de España. En la fría madrugada del 8 de noviembre de 1936, Santiago Carrillo, el tertuliano que da clases de ética en la Cadena Ser, ordenó que se iniciara la segunda saca de la cárcel Modelo de Madrid. Los prisioneros fueron atados con cuerdas y llevados a Paracuellos del Jarama. Una vez allí fueron ametrallados en masa y arrojados a fosas comunes.
En Paracuellos fueron asesinadas unas 5.000 personas de las que más de 4.000 han sido identificadas con nombres y apellidos. Muchas de ellas eran niños cuyo delito era estar estudiando en un colegio religioso. Entre las víctimas de la matanza abundaban sectores de la población a los que el Frente Popular consideraba enemigos de clase que debían ser exterminados: sacerdotes, religiosos, militares, jueces, notarios...
Para los asesinatos se siguió un esquema ya utilizado por los bolcheviques y que copiaron años más tarde los nacionalsocialistas durante el Holocausto. Era el esquema genocida que enviaba a la muerte a millares de personas simplemente por pertener a sectores concretos de la población, sin atender a su edad ni condición, mediante la técnica del exterminio en masa.
Paracuellos no fue una excepción en el siniestro recorrido del socialismo sino la consecuencia de esa cosmovisión totalitaria. En El manifiesto comunista de Karl Marx se prevé el asesinato de clases sociales enteras para acelerar el paso de la historia e imponer la dictadura del proletariado. En el bosque ruso de Katyn, prosiguió el experimento socialista de crear al hombre nuevo. Stalin, aquel político tan admirado por Carrillo, ejecutó a 21.857 presos polacos y luego imputó el exterminio a sus ex camaradas nazis.
En esta España en la que un genocida es homenajeado por el presidente del Gobierno y es nombrado doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid, nosotros nos acordamos de las víctimas de ese salvaje criminal, Santiago Carrillo Solares.
2 Comments:
El ABC de Zarzalejos ha cambiado de bando
Esquelas en El Mundo y La Razón
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