11-M, un atentado policial

Del 11-M se pueden decir muchas cosas, pero sobre todas, destaca una: la versión oficial es falsa. Desde esa premisa, unos creen que el 11-M es obra de ETA y otros pensamos que los responsables no se encuentran en las remotas montañas vascas y asturianas (y menos aun en los lejanos desiertos árabes) sino en sectores pro socialistas de la Policía, la Guardia Civil y el CNI.

A la espera de que aparezca la prueba que incrimine a los verdaderos autores de la masacre, es necesario recordar que lo policial, como apuntaba hace unos días el director de informativos de City FM, aparece por todas partes.

La casa de Morata de Tajuña, donde supuestamente se montaron las mochilas bomba, se encuentra próxima a una finca en la que el Rey practica caza y que por supuesto cuenta con vigilancia de la guardia civil, los teléfonos que supuestamente se utilizaron como temporizador fueron liberados en la tienda del policía de origen sirio Kalaji, los explosivos de la supuesta trama asturiana estaban controlados por la guardia civil, la supuesta mochila de Vallecas, que fundamenta la versión oficial, aparece misteriosamente en la comisaría de Puente de Vallecas, el vídeo de reivindicación se coloca en una papelera y lo encuentra... efectivamente, un policía, el piso de Leganés en el que supuestamente se suicidaron los supuestos terroristas se hallaba pegado, pared con pared, a otro piso en el que vivía un policía especializado en escuchas, 27 de los 29 imputados en el juicio son confidentes policiales...

¿Qué demuestra esta escalofriante presencia policial? Pues de pronto, y esto no ofrece dudas, que la policía fabricó las pruebas falsas (mochila de Vallecas, furgoneta de Alcalá, Leganés... es decir, Goma 2 ECO) y las cortinas de humo (trama moro-astur, pelanas de Lavapiés...). ¿Por qué?