Nadal desquicia a Federer en la arcilla de Montecarlo

Y la bola de Nadal botaba alta, envenenada, sobre el revés de Federer, el número uno, el mejor tenista de la historia, que, rostro desencajado, nada podía hacer ante el drive liftado, el top spin increíble del español, que machacaba, golpe a golpe, su revés a una mano.

Esta vez, sobre la pista ocre monegasca, Nadal, el guerrero, no necesitó de la épica, del correr de aquí para allí, de llegar a las bolas imposibles del tiralíneas suizo, de la agonía, de horas y horas de partido, no, no hizo falta acudir al físico, a las piernas que vuelan, al bíceps hipertrofiado, a los poderosos glúteos, ni siquiera a los golpes certeros en los momentos decisivos, a la fuerza mental, no, a nada de eso tuvo que recurrir Nadal ante el número uno.

Le bastó el ritmo inmisericorde de su drive liftado sobre el revés de Federer, la calidad de su top spin. La calidad de Nadal.