La intifada a 15 km. de la Puerta del Sol

La policía recibe órdenes de desalojar unas viviendas ilegales en el poblado chabolista de la Cañada Real, un foco de delincuencia al por mayor. Los marroquíes musulmanes y los gitanos rumanos responden con una intifada de manual: colocan en primera fila a niños y ancianos, en los riscos a los jóvenes, que no dejan de lanzar piedras, y para completar esta estrategia a lo palestino, gimotean delante de las cámaras para, una vez retirados los focos, continuar atacando a las fuerzas del orden.

Esta noticia, esta intifada en toda regla, no por esperada resulta menos inquietante. En muchas ciudades españolas se va a repetir el modelo marsellés: la policía no entra en los barrios, en los guetos, musulmanes. Con un agravante respecto a la situación francesa: la sociedad española es incluso más cobarde, los políticos todavía más irresponsables y la policía está aún más deslegitimada.

Porque esa es otra. Es respugnante el tratamiento que ofrecen de esta noticia los medios de comunicación. Siempre con el delincuente. Siempre se ve el rasguño del agresor. Nunca sale el policía que está en situación de extrema gravedad. Siempre se justifica, se comprende, al criminal. Nunca la actuación legal de la policía.

La inmigración salvaje, incontrolada, que ha impulsado ZP con el objetivo de granjearse un puñado de votos es inseparable de sucesos como los de la Cañada Real. No hay racismo. Hay delincuencia.