José Tomás con raqueta
Tras la apoteosis de José Tomás en Las Ventas el pasado 5 de junio, un aficionado que había asistido a la faena, fue entrevistado por una cadena de televisión. Todavía emocionado, sobrecogido por lo que había contemplado minutos antes, dijo que la corrida del diestro de Galapagar fue una misa oficiada por el obispo en la catedral; que todo el arte de la tauromaquia, quietud, pausa, valor sereno, cabía en aquella tarde; que después de eso ya no quedaba nada más por ver.
Cuentan que al finalizar el partido de semifinales de los Internacionales de Francia de 1978, el italiano Corrado Barazzutti, que había sido apalizado por Björn Borg, 6-0, 6-1, 6-0, se dirigió a su rival y le musitó: "Perdóname por haberme permitido ganarte un juego". Algo parecido le debió de decir ayer Roger Federer a Rafael Nadal tras ser vapuleado en la final de 2008: "Perdóname por haberme permitido ganarte cuatro juegos".
Y es que tras su exhibición en la Philippe Chatrier, Rafael Nadal Parera se convirtió en el mejor jugador de tenis en tierra batida de la historia. Así, sin más. Porque más allá de sus cuatro Roland Garros consecutivos, de su 28-0 en París, deslumbra la manera en que batió al número tres del mundo el viernes y al número uno el domingo. En esas victorias Nadal alcanzó la perfección sobre arcilla. Derecha liftada que, en palabras de Nicolás Almagro, bota seis metros. Palos increíbles de revés. Passings. Piernas. Como decía Valdano de Ronaldo, Nadal en tierra no es un tenista, es una manada.
1 Comments:
No entiendo el "arte" de la tauromaquia, pero que cada uno sea libre de ir a los recitales de ocio que quiera.
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