12 mayo 2008

Increíble Ciudad Real

No es que el Ciudad Real haya ganado su segunda Copa de Europa en tres temporadas. No es que lo haya hecho ante el todopoderoso Kiel, el equipo que laminó al Barcelona con un ritmo de juego imparable por su velocidad, con el mejor jugador del mundo, Nicola Karabatic; con cañoneros como Jicha, Kim Anderson o Zeitz; con el legendario central sueco Lövgren; con un pivote letal, Marcus Alhm; con los extremos totales, Kavticnik y Klein; y con Omeyer, el portero que todo lo para. No es que haya tenido que enjugar en Alemania, en un pabellón, el Sparkassen Arena, con más de diez mil gargantas en contra, la desventaja de dos goles (27-29 en la ida) que llevaba del Quijote Arena.

No, no es eso. La cuestión es que el Ciudad Real afrontaba el partido sin medio equipo, con las bajas de puntales como Metlicic, Chema Rodríguez, Rutenka, David Davis y Uríos. Sin casi banquillo. Sin apenas cambios ataque-defensa. Con jugadores que iban a chuparse los 60 minutos. Había que estar muy loco para pensar que el Ciudad Real podía tener alguna opción. O creer en los milagros.

Pero con lo que se encontró el Kiel fue con una preparación del partido magistral por parte de Talant Dujsebaev. La defensa 5:1, con Kallman de avanzado, desactivó el vertiginoso ataque del cuadro alemán, irreconocible a lo largo de la tarde. Y se topó también con una actuación memorable del propio extremo sueco, del portero Sterbik y del lateral Olafur Stefansson. El Ciudad Real, ante la adversidad, impartió una lección de balonmano colectivo y de lectura del juego.

Un partido que quedará durante muchos años en la retina de los aficionados al balonmano.

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