Valverde, veinte meses después
El domingo por la tarde, mientras Nadal masacraba de nuevo a Federer sobre la arcilla monegasca, cuarto Master Series de Montecarlo seguido, Alejandro Valverde, por fin el Bala, batía al sprint a Rebellin y a Frank Schleck en la Lieja-Bastoña-Lieja, el monumento valón, la Decana de las clásicas.
Han tenido que pasar casi dos años (victoria en Ponferrada, en El Morredero) para que Valverde volviera a levantar los brazos en una carrera importante. Entre medias, muchas dudas, segundos puestos, sospecha permanente, Operación Puerto no aclarada del todo, persecución de la UCI, bolsas de sangre, Valv. (Piti), decepciones, desfallecimientos inexplicables. Parecía que El Imbatido, el ciclista que siempre ganaba, ya no recuperaría la sonrisa.
Pero atravesando las Ardenas, 260 kilómetros de bosques y colinas que desde 1892 forman parte de la leyenda del ciclismo, Valverde, que una semana antes había sido tercero en la Amstel, primer español que sube al podio en la carrera holandesa, se reencontró. Y se manifestó en toda su excelencia. Ataque final incontenible. Es su segunda Lieja. Y tiene una Flecha Valona. Y dos platas y un bronce en los mundiales. Y dice que su objetivo este año es el Tour y conseguir medalla en Pekín...
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