Un gran día para España y algo más

Josep Piqué fue un enemigo del PP y un amigo del nacionalismo catalán. Ya es pasado. Un triste y penoso pasado responsabilidad de José María Aznar, que defenestró a Vidal Quadras para colocar al frente del PP de Cataluña a un señor de CiU, y de don Mariano, que no ha movido un dedo para arreglar ese despropósito.

Lo único bueno que ha hecho Piqué estos últimos cinco años fue dimitir ayer. Entre sus logros cabe destacar la práctica desaparición del partido en Lérida y Gerona y la sangría de afiliados y votos en toda Cataluña como consecuencia de su discurso indistinguible del nacionalismo.

Ángel Acebes adquiere un perfil de héroe para la gente del común, que no podía entender que convivieran en el mismo partido María San Gil y Piqué. El abulense se fue hace unos días a Barcelona y puso orden en el PPC. Arrinconó al sector nacionalista y catapultó a las personas que sintonizan con la base del partido: Daniel Sirera, Javier García Albiol, Alberto Fernández y Alicia Sánchez Camacho. A Piqué no le gustó la idea y presentó su dimisión. Se va, a tenor de su carta de despedida, en la que divide al PP entre los rajoys y los acebes, de mala manera, haciendo daño al partido, es decir, lo normal en él.

Con esta dimisión, el PP recuperará en Cataluña una línea coherente, de la que carecía desde los tiempos de Vidal Quadras, en defensa de las libertades y de la nación española. Los catalanes no nacionalistas podrán volver a votar al PP o lo votarán sin tener que taparse la nariz.

Quien esto escribe, que se había afiliado hace un año a Ciudadanos como protesta por la presencia de Piqúé en el PPC, lo primero que hizo al conocer la noticia fue mandar un e-mail a ese partido para solicitar su baja del mismo. Con un PP decente en Cataluña, Ciudadanos ya no tiene sentido, al menos para un servidor.