Educación para la Masonería

A la hora de valorar la obligatoriedad de la asignatura Educación para la Ciudadanía es necesario tener en cuenta que nos encontramos ante una intromisión inadmisible, ilegítima e inconstitucional del Estado en el derecho de los padres a educar a sus hijos. Y esto es así al margen del contenido, que más adelante examinaremos, de la susodicha asignatura.

Pero lo importante, lo que no se puede perder de vista más allá de que nos guste o nos horripile EpC, es que la labor del Estado se tiene que limitar únicamente a enseñar conocimientos matemáticos, históricos, lingüísticos, científicos... a los alumnos. En ningún caso puede educar, labor reservada a los padres.

El Estado no puede imponer ni la moral católica, ni la musulmana, ni la masónica, ni ninguna otra.

Con ser grave la obligatoriedad de EpC porque supone la instauración, propia de países totalitarios, de una moral de Estado, todavía lo es más por los valores que propugna, extraídos de las alcantarillas más hediondas.

Educación para la Ciudadanía es un compendio de la cosmovisión progresista y masónica: el odio a Occidente y a la herencia judeocristiana, el odio a la nación española, el lobby rosa como inquisidor general, el feminismo, el multiculturalismo, la eutanasia, el relativismo, la sacralización de la paz y el olvido de la libertad y la justicia... Sin ir más lejos, entre los recursos didácticos que el Estado impondrá a los niños figuran libros como Alí Babá y los cuarenta maricones, documentales como Guía gay para el sexo seguro o manuales en los que se dice que hasta hace pocos años los terroristas de ETA eran torturados en España.

En definitiva, sólo existe una alternativa decente ante la imposición de EpC (o de cualquier otra moral) por el Estado, ejercer el derecho a la objeción de conciencia.

Por último, no nos olvidamos de los impresentables de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza y de la editorial S.M. (Sociedad de María), que han vendido su dignidad por un plato de lentejas.