La mano que mece a la extrema derecha

No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que la extrema derecha es un engendro de la policía de ZP. Cualquiera que haya leído algo sobre este asunto, por ejemplo Diario de un skin, sabe que los grupos neonazis, fascistas (socialistas, vaya), están infiltrados de policías hasta la náusea.

Al PSOE le interesa que de aquí a marzo se hable constantemente de la extrema derecha (un fenómeno marginal en España si no fuera por la policía). La finalidad es doble: por un lado tratar de identificar al PP con los nazis y por otro intentar movilizar a ese millón de votos de extrema izquierda, clave para revalidar la mayoría.

Por eso el gobierno autoriza manifestaciones de la extrema derecha impropias en una democracia, con lemas abiertamente en contra de un sector de la población. Se trata de entrar en una espiral de acción-reacción, de que haya lío en la calle. Y si es en Madrid, mejor.

No nos engañemos, la extrema derecha es prácticamente indistinguible de la extrema izquierda. Unos y otros detestan la democracia liberal, la economía de mercado, la globalización. Unos y otros son antiamericanos y antijudíos. Y por supuesto, unos y otros se basan en la violencia como forma de hacer política.

La extrema derecha desaparecerá cuando la policía quiera. En cambio la extrema izquierda sí es un movimiento consolidado en una parte de la ciudadanía. Y que por su totalitarismo, sus conexiones con ETA y sus simpatías hacia cualquier terrorismo, debería ser erradicado del espacio público.