El orfebre y la nada
Ayer murió Francisco Umbral. El mejor columnista del siglo XX, dicen sus obituarios, que como de costumbre en España se convierten en elegías. Difícil encontrar en la prensa, siempre laudatoria con el fenecido, la menor tacha, la más nimia mácula en el escritor.
A mí Umbral me producía indiferencia, jamás se me ocurrió abrir El Mundo, como he leído por ahí, a lo gay, o sea, por atrás. Ni me interesó lo que decía, ni, a pesar de su dominio de orfebre del idioma, de su lirismo, de su adjetivación deslumbrante, de su renovación del lenguaje, nunca conseguí valorar cómo lo decía, mea culpa, lo siento. De vez en cuando empezaba a leer alguna de sus columnas pero pocas veces llegaba hasta el final. Un plomazo. Sus artículos eran la nada escritos con la mejor prosa de España, no lo discuto, faltaría más.
Más allá de la belleza de su escritura, y tal vez de su mejor libro, Mortal y Rosa, no hay nada en Umbral que sobreviva al transcurrir del tiempo. Por mucho que escarbemos, no se encontrará ninguna heroicidad en su trayectoria. Nada hizo, ni bueno ni malo, por España ni por las libertades. Sus análisis políticos, si es que alguno de sus escritos merecen tal nombre, desfiguraban con frecuencia la realidad. Frivolidad mezclada con ínfulas de perdonavidas. Estilo sublime, cáscara de diamantes, farfolla sin una sola idea. Y un tufillo a progre destilado.
Sin ir más lejos, tras el 11-S, Umbral, el maestro de columnistas, el mejor escritor de periódicos de la historia de España, escribió: "Los palestinos, por ejemplo, tienen razón, pero los yankis y los israelitas (sic) tienen el mundo. La rebelión de los pueblos sin Historia tiene que realizarse de una u otra forma, pero mejor mediante la eficacia minuciosa que mediante la espectacularidad televisiva. La indiferencia de Occidente ante los últimos crímenes contra Palestina ha llevado a los aliados del cercano Oriente a secundar el más insólito aventurerismo terrorista".
Descanse en paz.
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