14 septiembre 2008

En el Olimpo de los escaladores

Desde la II Guerra Mundial, cuentan los viejos aficionados, ha habido tres escaladores con mayúsculas, el luxemburgués Charly Gaul, el español Federico Martín Bahamontes y el italiano Marco Pantani. Pero esa lista, sin duda alguna, tiene que ser ya ampliada para incluir a Alberto Contador Velasco, el chico de Pinto, el que nunca falla, el ciclista sin techo en carreras por etapas, el coleccionista de grandes vueltas.

Contador, pedalada etérea, estampa grácil sin aparentar esfuerzo, bicicleta levitando sobre las rampas, resolvió la Vuelta en un fin de semana, en dos ataques todo agilidad y frescura. El sábado, en las imposibles pendientes del Angliru; el domingo, en las suaves inclinaciones de San Isidro.

Contador se siente un elegido de la montaña, y actúa en consecuencia. Al contrario que Indurain, no regala nada, pues es consciente de que debe cumplir una misión: redimir al ciclismo. Su compromiso con el espectáculo, con los aficionados, va más allá de una victoria funcionarial, a escondidas, sin llamar la atención, con enjuagues por aquí y por allá, hoy por ti mañana por mí. Se ve obligado a exhibirse siempre que la carretera lo permita. Y nunca renunciará a ello.

El año pasado el Tour, esta primavera el Giro y ahora la Vuelta. La historia continúa...

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