31 agosto 2007

Contra Gallardón, un artículo de Vidal-Quadras...

El bueno de don Alejo nos regaló este extraordinario artículo, impropio de un político, que publicó hace unos días La Razón:

Un argumento reiteradamente esgrimido por los partidarios de que el Alcalde de Madrid acompañe a Mariano Rajoy en la candidatura del PP en las próximas elecciones generales es el de su autoatribuida representación de los votantes de centro, ese segmento impreciso de gentes educadas, razonables, ponderadas y racionales, que, según los sociólogos, es el que al final decide el resultado. Se trata de una perspectiva poco avalada por la experiencia, salvo que se opine que el desenlace de los comicios del 14 de marzo de 2004 fue provocado por ciudadanos exquisitamente equidistantes de los extremos.

La opinión publica es un animal polimorfo, indefinible e inesperadamente cambiante, cuyas fobias, filias, deseos, sueños y alteraciones de humor constituyen un misterio impredecible. El culto a esta deidad terrible se llama demoscopia, que no es una ciencia, sino un superstición, de la que se forran sus hierofantes, también conocidos como asesores electorales. Cuando se me permitía presentarme como número uno en las autonómicas catalanas siempre hice lo que me dictaban mis convicciones, que era exactamente lo contrario de lo que me aconsejaba el demóscopo de turno, y no me fue nada mal mientras duró. Pero en una sociedad de libre mercado el derecho a ser timado es inviolable.

En cualquier caso, recomendar moderación a Rajoy es como recetar pureza a San Estanislao de Kostka, y entra en lo que en términos militares se denominaría prescripción viciosa. No se trata de ser moderado, se trata de ser firme, coherente, valiente, claro y moralmente comprometido.

Con la que esta cayendo, la receta de contrarrestar "la ruptura de los consensos del Gobierno" con un proyecto que "resuelva las carencias en infraestructuras, en la economía familiar o en la prestación de servicios públicos" implica no haberse enterado de nada, equivale a enfrentarse a un tigre a base de insecticida y es el camino seguro hacia el fracaso... de otro, naturalmente. A lo mejor, es de eso de lo que se trata.

... y una homilía de Pedro Jota

Un Pedro Jota absolutamente desatado (la pasada semana El Mundo le dedicó seis portadas a Gallardón) escribió en su homilía dominical los mejores párrafos que se le recuerdan:

«Déjalo que suba, déjalo que suba... Cuanto más alto llega el mono, más se le ve el culo», solía decir Aznar cada vez que el entonces presidente de la Comunidad de Madrid se desmarcaba de los criterios del partido para ejercer de verso suelto en pos de su interés personal y su propia gloria. Todo esto viene de tan lejos que, como dice Esperanza Aguirre, acostumbrada ya a las piruetas veraniegas de su querido enemigo, «no puede sorprender a nadie». Gallardón ha ido dejando todo tipo de pistas de que su única frontera es el cielo.

Él es el centrista, el moderado, el que ha ganado cuatro elecciones por mayoría absoluta, el que tiene la capacidad de llevar al líder del PP a La Moncloa, el que puede hacerle recuperar a Rajoy posiciones a lo Fernando Alonso, el Mesías, el talismán del centro-derecha en España... Públicamente se conforma con pedir que Rajoy le lleve en su lista, pero en la medida en que subraya que es por su bien, que su presencia y sólo su presencia será la llave de la victoria, es obvio que hay otro mensaje subliminal que toda España está captando: ¡Qué suerte tiene este piernas de Mariano que va a poder encabezar una candidatura en la que figure el incomensurable Alberto!

Decía Gracián que «si bien toda actitud de superioridad es odiosa, la actitud de superioridad de un súbdito sobre su Príncipe no sólo es estúpida sino también fatal». Máxime cuando los atributos de los que se alardea han sido adquiridos
de forma ilícita, torticera o al menos perjudicial para los intereses de aquél a quien se proclama estar sirviendo. Lo que ahora pone a Gallardón en clamoroso fuera de juego no es su megalomanía, sino la «irritante» percepción generalizada en el PP -el certero adjetivo es de un hombre de Rajoy, el veterano secretario general del Grupo Popular Jorge Fernández- de que está muy claro de dónde saca pa tanto como destaca.

¿Qué ha convertido al que fuera secretario general de la
cavernaria Alianza Popular de Fraga en más «centrista» y «moderado» que dirigentes que llevan defendiendo los mismos valores desde los tiempos de su militancia en la UCD o el Partido Liberal? ¿Acaso han surgido entre ellos discrepancias ideológicas o programáticas que coloquen a Gallardón más a la izquierda respecto a cuestiones políticas y económicas fundamentales o ha ocurrido, más bien, que Gallardón se ha plegado una y otra vez a las conveniencias tácticas y estratégicas del PSOE y su prensa adicta, desmarcándose de sus compañeros en asuntos como la exigencia de que se investigue el 11-M o las relaciones con el grupo Prisa después de que su presidente tachara de «guerra civilista» a la actual cúpula del PP, por no rememorar los tiempos en los que se ponía de perfil sobre la corrupción felipista o los GAL?

El
impostado progresismo de Gallardón no es sino el rédito de su insolidaridad con algunas de las decisiones adoptadas por las direcciones del partido y del grupo parlamentario con Rajoy a la cabeza. Son los adversarios políticos y periodísticos del PP quienes le han dado esas credenciales a cambio de los goles en propia puerta que el hoy alcalde lleva años marcando para ellos. Su juego consiste en congraciarse con el contrincante, asistiendo impávido desde la banda -o incluso aplaudiendo sotto voce- a cada momento en que le parten la pierna a un compañero de partido.

Con quien él busca el cuerpo a cuerpo no es con la izquierda, sino con aquella parte de la derecha democrática que mantiene posiciones más rotundas y vehementes en la defensa sin complejos de los valores que movilizan al electorado del PP. Por eso se lleva a partir un piñón con los medios que masacran a los demás dirigentes populares y se empecina, en cambio, en
sentar en el banquillo a Jiménez Losantos por haber expresado una opinión, todo lo severa, implacable e incluso injusta que se quiera, pero una opinión al fin y al cabo. ¿«Centrista», «moderado» quien reacciona con tal intolerancia frente a quien le critica? ¿O es que la única libertad de expresión que hay que proteger es la de aquellos que, incluso a la hora del insulto, la diatriba y la calumnia cumplen los requisitos canónicos sobre a quién es políticamente correcto linchar?

Otros dirigentes nacionales del PP como Zaplana o, más recientemente Esperanza Aguirre, también saben lo que son las mayorías absolutas. El propio Rajoy fue el director de la campaña de las generales de 2000 cuando el PP pulverizó todos los récords de la historia del centro-derecha en España. La diferencia estriba en que los mismos medios que lanzan voraces ofensivas cada vez que descubren que el primo del cuñado de un amigo de Zaplana firmó un contrato con Terra Mítica o que el yerno de la vecina de un tío tercero de Esperanza Aguirre obtuvo una recalificación de terrenos, jamás hacen ni siquiera la menor insinuación sobre las estrechas
relaciones de Gallardón con Fernández Tapias y otros empresarios de su clan que perpetran suculentos negocios en Madrid. La diferencia estriba en que los mismos medios que llevan breando a palos al propio líder del PP durante toda la legislatura mantienen al alcalde entre algodones y le practican cuando llega el caso auténticas felaciones radiofónicas.

¿Se imaginan la que se habría organizado -por poner un ejemplo doblemente inverosímil- si el acusado de
favorecer a una amiga con decisiones urbanísticas hubiera sido Angel Acebes? Primero le habrían fusilado al amanecer y después habrían preguntado a su cadáver si las acusaciones eran ciertas.

Por eso lo que ahora está en juego es saber si el PSOE y la prensa gubernamental van a tener más influencia en la composición de la lista de Rajoy que los órganos competentes del partido y las personas que se han ido dejando la piel a tiras al ejercer como vanguardia de su labor de oposición. Por eso, si Rajoy tuviera la tentación de transigir ante la dinámica de hechos consumados que trata de crear Gallardón para adquirir una posición ventajista de cara a una eventual sucesión, su obligación moral sería convocar un Congreso del PP y explicar a las bases por qué lo electoralmente conveniente puede terminar implicando que se recompense el
egoísmo insolidario y se castigue el desgaste generoso.

Los próximos días nos dirán si en Rajoy prima el sentido de la autoestima imprescindible para cualquier tipo de reinado o esa crónica obsesión por eludir cualquier conflicto que, a la larga, termina siempre alumbrando los mayores dramas.

30 agosto 2007

El orfebre y la nada

Ayer murió Francisco Umbral. El mejor columnista del siglo XX, dicen sus obituarios, que como de costumbre en España se convierten en elegías. Difícil encontrar en la prensa, siempre laudatoria con el fenecido, la menor tacha, la más nimia mácula en el escritor.

A mí Umbral me producía indiferencia, jamás se me ocurrió abrir El Mundo, como he leído por ahí, a lo gay, o sea, por atrás. Ni me interesó lo que decía, ni, a pesar de su dominio de orfebre del idioma, de su lirismo, de su adjetivación deslumbrante, de su renovación del lenguaje, nunca conseguí valorar cómo lo decía, mea culpa, lo siento. De vez en cuando empezaba a leer alguna de sus columnas pero pocas veces llegaba hasta el final. Un plomazo. Sus artículos eran la nada escritos con la mejor prosa de España, no lo discuto, faltaría más.

Más allá de la belleza de su escritura, y tal vez de su mejor libro, Mortal y Rosa, no hay nada en Umbral que sobreviva al transcurrir del tiempo. Por mucho que escarbemos, no se encontrará ninguna heroicidad en su trayectoria. Nada hizo, ni bueno ni malo, por España ni por las libertades. Sus análisis políticos, si es que alguno de sus escritos merecen tal nombre, desfiguraban con frecuencia la realidad. Frivolidad mezclada con ínfulas de perdonavidas. Estilo sublime, cáscara de diamantes, farfolla sin una sola idea. Y un tufillo a progre destilado.

Sin ir más lejos, tras el 11-S, Umbral, el maestro de columnistas, el mejor escritor de periódicos de la historia de España, escribió: "Los palestinos, por ejemplo, tienen razón, pero los yankis y los israelitas (sic) tienen el mundo. La rebelión de los pueblos sin Historia tiene que realizarse de una u otra forma, pero mejor mediante la eficacia minuciosa que mediante la espectacularidad televisiva. La indiferencia de Occidente ante los últimos crímenes contra Palestina ha llevado a los aliados del cercano Oriente a secundar el más insólito aventurerismo terrorista".

Descanse en paz.

23 agosto 2007

Gallardón medieval

Decía el otro día Luis Herrero que en agosto, si tiras una piedra a un charco, se origina un tsunami. Y es que en este verano sin sol (será el calentamiento) la actualidad se reduce a terremotos, huracanes, accidentes de tráfico, asesinatos, secuestros, crisis de hipotecas subprime o hipotecas basura, retrasos en los trenes de Barcelona, caos en el aeropuerto de Barcelona, atascos en las carreteras de Barcelona...

Dentro de este páramo político destaca el enésimo órdago que Gallardón ha lanzado al PP, su supuesto partido. El alcalde ha vuelto a ofrecerse a ir en la lista al Congreso para las próximas elecciones generales, a pesar de que se había comprometido ante Rajoy a guardar silencio en ese asunto. Esta vez el argumento es de lo más peregrino, que Madrid tenga voz propia en la Cámara Baja.

Por más que le pese a Gallardón esto no es la Edad Media, los parlamentarios en las democracias no representan a las ciudades sino al conjunto de los ciudadanos. Los parlamentarios son depositarios de la soberanía nacional, no de la municipal. Los intereses de Madrid los debería defender en la misma medida un diputado elegido por la circunscripción de Gerona, que uno por la de La Coruña o que otro por la de Madrid. ¿Sabrá Gallardón qué supusieron las Cortes de Cádiz?

Pero es igual, ahora la excusa es la voz propia, como antes lo fue ayudar a Rajoy a ganar las elecciones y mañana será colaborar con la candidatura olímpica desde la Carrera de San Jerónimo. Todo mentira. Lo único que le mueve a Gallardón es la traición, la deslealtad, la ambición incontrolada, colocarse en primera línea ante una posible derrota de Rajoy para así poder presentarse, ya desde el Congreso, como solución moderada y centrista al frente del PP, lo que supondría el derrumbe de la última institución, el último valladar garante de las libertades, que mal que bien todavía sigue en pie en estos tiempos de cambio de régimen: la Oposición.

Qué aburrimiento, que tío tan cansino, qué poco talento. Gallardón recuerda al clásico metepatas, siempre inoportuno y previsible, al que nadie le ríe las gracias (el ABCD Gallardón no es nadie). De la manera en que el ausente Rajoy gestione este órdago dependerá el futuro del PP y seguramente el de España. No hay democracia sin Oposición.

11 agosto 2007

Un paso adelante

A continuación reproducimos el comunicado que leyó ayer Alberto Contador, flamante vencedor del Tour de Francia:

Los acontecimientos desencadenados tras mi victoria en el pasado Tour, me han hecho meditar. Todo es nuevo para mí. Mientras estaba concentrado en la carrera y en el papel que tenía que desarrollar en mi equipo, no me daba cuenta de otras cosas, no sabía de la trascendencia real que supone ganar esta carrera, aunque la hubiese visto por televisión.

Sólo cuando terminó, comencé a tomar conciencia de ello: protección policial, gran cúmulo de gente a mi alrededor, teléfono que suena incansablemente, personas que me solicitan autógrafos de forma masiva, y prensa, mucha prensa... Para lo bueno y para lo malo.

Hace tres años cuando iba a debutar en el Tour, una experiencia dolorosa me impidió tomar la salida a consecuencia de una enfermedad, que a punto estuvo de costarme la vida o terminar con mi carrera profesional.

Pero si frustrante fue mi enfermedad, no menos lo fue el verme envuelto en el
escándalo de dopaje, del equipo al que pertenecía y que propició mi exclusión del Tour de 2006. Fue una situación de impotencia, triste y desilusionadora que transformó la visión de mi deporte, del deporte al que estoy dando los mejores años de mi vida, del deporte, que como os dije, en mi carta, el año pasado, he practicado siempre de manera limpia, con coraje, tesón, trabajo, renuncias y una gran dosis de ilusión.

Hoy desde mi posición de ganador del Tour 2007, la carrera más importante del mundo, la carrera que cualquier ciclista sueña ganar, la carrera ganada con esfuerzo y honestidad, os pido ese esfuerzo, también a vosotros, para que sigáis creyendo en el ciclismo y en mí.

Y porque esta carrera la he ganado de manera limpia y porque he disfrutado enormemente con vuestro disfrute delante de la pantalla del televisor, como me repetís continuamente, os aseguro, que seguiréis disfrutando conmigo, pues mi objetivo además de ganar carreras, es hacer del ciclismo un deporte atrayente y admirado por todos.

Por ello, me resulta imposible comprender los ataques a mi persona, poniendo en duda mi honradez como deportista, por parte de quienes no me conocen, pero se sienten capaces de emitir juicios, evaluando mis condiciones, a través de la televisión, diagnosticando la naturaleza de mis capacidades físicas y de mis tendencias morales. Algunos de ellos, dicen incluso, ser médicos. Los médicos que yo conozco, y que han hecho que esté aquí tras tratar mi enfermedad, no hablarían públicamente, ni en estos términos de un paciente suyo, ni mucho menos del paciente de otro médico.

Nunca he cometido un acto de dopaje, nunca he participado en un acto de dopaje y quienes me conocen saben lo que pienso al respecto. Mi compromiso contra el dopaje es absoluto y siempre me encontraréis dispuesto a colaborar; por ello he cumplido, en todo momento, la normativa en materia de ciclismo; por ello trimestre tras trimestre y año tras año envío a la UCI los cuestionarios de localización para ser controlado, en cualquier momento, que las autoridades deportivas lo consideren oportuno; por ello he pasado controles sorpresas y programados, en mi propio domicilio y en competición, en temporada y en épocas de descanso, de sangre y orina que, lógicamente y como cabe suponer, son muchos y bastantes más de los que pasan el resto de participantes de la carrera.

Cuento con el respaldo total de la UCI, Consejo Superior de Deportes, Federación Española de Ciclismo y secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. El lugar de celebración de este acto avala mi información.

Y aún más,
me pongo a disposición de todas las autoridades competentes en materia de dopaje ( UCI, AMA, Comité Olímpico, Federación) para cuantos estudios consideren oportunos hacer sobre mi persona, incluido mi ADN.

No sé si queda algo más por hacer, para ser considerado justo vencedor de la prueba; pero si después de esta comparecencia, en la que expreso mi absoluta colaboración, persistieran las informaciones difamatorias y los ataques sobre mi persona, que perjudican a mi familia, equipo ciclista, patrocinador y compañeros de profesión, recurriré, sin la menor vacilación a los medios legales existentes en cualquier Estado de derecho.

Y si los inmesurables daños causados a mi persona fueran compensados económicamente, parte del mismo iría a la lucha contra el dopaje.

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